Artículo publicado en el periódico digital El Obrero
Las ideas socialistas del siglo
XIX conllevaban en su cuerpo doctrinal la cooperación, el entendimiento y el
apoyo entre semejantes, como factor diferenciador del modelo económico
capitalista basado en un exceso de individualismo y de búsqueda de un beneficio
propio.
Algunos
utopistas ya lo habían marcado en los periodos previos al desarrollo industrial,
pero fue con el desarrollo del primer socialismo cuando estas teorías
comenzaron a ser profundizadas. Charles Fourier, en su doctrina social del
falansterio hablaba de la necesidad de un armonismo social, tomando como base
el trabajo cooperativo y no competitivo, que repercutiese en un interés social
y de conjunto, pero no un beneficio monetario individual. Este armonismo lo
copiaba Fourier de su observación en algunas especies animales, como castores,
abejas y hormigas, donde es la cooperación mutua lo que mueve a esas especies
en numerosos momentos. Este modelo del falansterio fue llevado a la práctica en
algunos lugares, donde un entorno hostil los hizo fracasar.
El
máximo representante de la corriente cooperativa fue el socialista británico
Robert Owen, que estimó que, frente al modelo capitalista, la teoría
cooperativa se tenía que basar en el mayor bienestar general de los
productores.
Tanto
Fourier como Owen estimaban que estos modelos se tenían que realizar en grupos
acotados de individuos para que pudieran funcionar, ejemplificando al resto de
esa mejor organización y que la transformación social se produjese por
mimetismo. Una opción que fue superada por el socialismo de la segunda mitad
del siglo XIX.
El
desarrollo de un capitalismo mucho más sofisticado, que pasó de una producción
reducida a una producción industrial precisaba de una respuesta distinta por
aquellos que ponían en duda su modelo económico. Es el momento de las
aportaciones de Karl Marx o Mijaíl Bakunin al movimiento socialista
internacional, donde se pretendía la construcción de grandes organizaciones de
trabajadores que promoviesen transformaciones revolucionarias a gran escala.
Piotr Kropotkin
En
ese contexto apareció la figura de Piotr Kropotkin. Este había nacido en Moscú
en 1842, en una familia aristocrática muy cercana a la corte del Zar. Aunque
inicio una carrera militar, Kropotkin se interesó desde muy pronto por la
ciencia y comenzó sus estudios de matemáticas y geografía en la Universidad de
San Petersburgo. SU buen hacer como geógrafo le valió becas de estudios lo que
hizo que viajase a lugares como Finlandia o Suecia.
Comenzó
a conocer las ideas opositoras al zarismo y muy pronto Kropotkin pasó a
engrosar las filas revolucionarias y socialistas. Aunque en un primer momento
se sintió atraído por el marxismo posteriormente fue conociendo profundamente
el anarquismo, del que se convirtió en uno de sus principales teóricos.
Perteneció a la Primera Internacional, que tras su disgregación en 1872 siguió
siendo un referente, pues una de las ideas fundamentales de Kropotkin era poder
aunar en una misma organización al movimiento socialista.
Sus
visiones del anarquismo, al que consideraba una filosofía y modo de vida
natural, le van convirtiendo en una referencia internacional a través de
escritos que va dejando en periódicos como La Révolté o en iniciativas
impulsadas por él mismo como Freedom.
Acusado
por sus detractores como uno de los auspiciadores de la violencia anarquista
del periodo finisecular, en realidad Kropotkin no contemplaba la acción
terrorista como estrategia de acción revolucionaria sino la organización
efectiva de aquellos que querían una transformación social profunda. Del
periodo final del siglo XIX destacan sus grandes obras: La conquista del pan,
Campos, fábricas y talleres o El Apoyo Mutuo. Muchas de estas
aportaciones comenzaron como artículos para la revista Nineteenth Century.
Aportaciones que confirieron a la explicación del anarquismo un concepto
científico y que abarcaba todos los espacios sociales.
Kropotkin,
favorable a la transformación revolucionario y uno de los principales pilares
desde el exterior a los organismos anarquistas en la Revolución de 1905 en
Rusia, fue polémico cuando con el estallido de la Primera Guerra Mundial se
mostró favorable a una victoria de los ejércitos de la Entente frente al
militarismo alemán y austrohúngaro. Firmante en este sentido del Manifiesto de
los 16 (junto a otros anarquistas como Jean Grave, Charles Malato o Vaarlam
Cherkeshov) no contó en esta ocasión con el apoyo de un movimiento anarquista
internacional que mantuvo firme en su crítica a la guerra.
El
estallido de la Revolución rusa de 1917 le hizo concebir la esperanza de un
pronto final del capitalismo internacional. Volvió a Rusia y desde allí
escribió en favor de la revolución y criticó medidas del gobierno bolchevique,
que siempre respeto mucho la figura de Kropotkin como histórico del movimiento
obrero internacional. Murió en Dmitrov el 8 de febrero de 1921.
El Apoyo Mutuo
Para
Kropotkin encontrar un fundamento natural que diese una justificación al anarquismo
fue una tarea fundamental. Como científico, Kropotkin fue un observador de la
naturaleza y de su entorno, lo que llevó a experimentar para poder sacar
conclusiones. En la revista Nineteenth Century, Kropotkin escribió para
debatir con los darwinistas, que hablaban de la lucha constante de los
animales. Por el contrario, Kropotkin estimaba que esos animales, a pesar de la
lucha, también ejercía el apoyo mutuo como factor de sociabilidad lo que
permitía, en realidad, a las distintas especies sostenerse y evolucionar.
En
contexto donde las teorías de Herbert Spencer tenían mucho eco en la sociología
y la biología, se llamó a Kropotkin para que realizará aportaciones en la línea
de la respuesta a los darwinistas, pero llevado a los seres humanos y no a los
animales. De la serie de artículos que escribió Kropotkin salió una de las
obras referencias para el movimiento anarquista internacional: El Apoyo
Mutuo. Un factor de la evolución.
En
esta obra, Piotr Kropotkin coge dos ejes básicos para justificar su teoría: la
biología y la historia. Kropotkin, reconociendo la lucha entre especies, habla
de como en algunas de esas especies se desarrolla un concepto de apoyo mutuo
que permite la supervivencia de esta y su evolución. No solo lo lleva a
insectos como las hormigas o las abejas (factor que también hará Maurice
Maeterlinck), sino a otras especies animales como aves, monos, etc.
Poteriormente,
estos ejemplos los lleva Kropotkin a los seres humanos, donde pone ejemplos
prácticos de la ayuda mutua en las sociedades primitivas, en la sociedad
medieval, en la sociedad moderna, etc. Instituciones, territorios, ayuda entre
iguales, etc. Cuando esa armonía se rompe y surge la lucha sin cuartel es
cuando la sociedad no evoluciona, sino que muta a los intereses de aquellos que
quieren dominar.
Pero,
aunque Kropotkin habla de la historia y de esos momentos de apoyo mutuo en la
humanidad, el anarquista ruso no habla de una vuelta a esos conceptos medievales,
cosa imposible en todos los sentidos, sino que el concepto se adapte en el
momento que le tocó vivir y consolidar una alternativa social que tenga como
eje estructural esa ayuda mutua. Si ha sido un factor de evolución positivo y
la sociedad libertaria es la alternativa al modelo social capitalista, ese
apoyo mutuo tiene que presidir las relaciones entre los humanos. Además, en los
momentos difíciles esa solidaridad y apoyo mutuo es un factor fundamental y
único a la hora de poder superar las adversidades sociales.
Con
ello, Kropotkin da una pátina de cientificismo a la teoría anarquista y a su
concepto de organización social. Para el anarquismo se convirtió en un elemento
central de su doctrina intentado mostrar que era una cuestión trasversal a toda
sociedad.
Corren
tiempos en la actualidad donde es interesante y necesario revisar a Piotr
Kropotkin.
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