martes, 2 de enero de 2018

FERNÁN GÓMEZ, EL DE LA ESCUELA ÁCRATA

Artículo publicado en el número 7 de El Salto, en su suplemento "Radical", en noviembre de 2017

Cuando el 21 de noviembre de 2007 fallecía Fernando Fernán Gómez hubo un hecho que llamó la atención. En el Teatro Español, donde se situó su capilla ardiente, el féretro del actor, dramaturgo y escritor de voz grave estaba cubierto con una bandera rojinegra: la bandera anarquista. Y no era para menos, pues Fernán Gómez siempre mostró simpatía hacia los ideales libertarios que conoció en la España de la década de 1930 cuando empezaba ya a apuntar a lo que iba a ser posteriormente.
            Aunque nacido en Lima en 1921, muy pronto se trasladó a Madrid y en la capital de España vivió los años republicanos y la Guerra Civil. No se puede decir en ningún caso que la familia de Fernán Gómez tuviera una vinculación política con la izquierda (muy al contrario se podría decir). A esto escapaba un tío suyo que era afiliado a la CNT y por el cual Fernán Gómez comenzó a conocer que era aquello del anarquismo.
            Y aunque la Guerra Civil no fue un periodo fácil, y menos para una familia de actores, lo cierto fue que gracias a la CNT los espectáculos públicos se reorganizaron y muchos de ellos pudieron trabajar. Lo hizo la madre de Fernando, Carola, en el teatro Alcázar. Pero lo hizo también Fernán Gómez, cuando afiliado ya a la CNT, entró a formar parte de la Escuela de Actores de la organización anarcosindicalista, bajo la dirección de Valentín de Pedro, uno de los más importantes intelectuales libertarios de la época, y su compañera María Boixader. Dos personajes que marcaron la vida del propio Fernán Gómez, que en aquella época comenzó a forjar una profunda cultura gracias también a la biblioteca que la CNT tenía en uno de los locales incautados por lo anarquistas y que frecuentaba el actor.  Además, en esta época también conoce a quien será uno de sus grandes amigos: el también actor Manuel Alexandre. Tampoco se puede olvidar en este punto a Fernando Collado, que en aquella época dirigía uno de los sindicatos de la CNT en el Madrid sitiado y con el que posteriormente coincidirá en el mundo el cine.  
            Esa carrera de actor que había empezado en los locales de la CNT y su Escuela de Actores, quedó truncada con el final de la Guerra Civil. Además, el joven actor asistió al consejo de guerra que condenó a muerte (luego conmutada) a Valentín de Pedro, su maestro. En ese mismo consejo de guerra fue condenado el periodista y escritor republicano Diego San José, y el redactor del CNT y luego de El Sindicalista Carlos Rivero. Pasaje de este juicio nos lo legó el propio Fernán Gómez en sus memorias El tiempo amarillo y también el propio Diego San José en su excepcional De cárcel en cárcel.
            Y aunque los años de la dictadura cayeron como un plomo sobre todos, la vida de Fernando Fernán Gómez en ese tiempo se centró en su carrera como actor.
            Lo cierto es que tras la muerte de Franco, encontramos a Fernando Fernán Gómez en las Jornadas Libertarias de Barcelona de 1977 y su compromiso con el movimiento libertario siempre estuvo presente, tanto para él como para su compañera, Emma Cohen. Su atronador ¡No a la guerra! en la manifestación de Madrid en febrero de 2003 así como sus constantes guiños a la causa libertaria, hicieron de Fernán Gómez una referencia en el campo libertario, más por su compromiso personal que militante.
            No quiera acabar este artículo sin hacer referencia a otros guiños de Fernán Gómez al mundo libertario a través de sus películas u obras. Son muchas las que existen a lo largo de su dilatada historia. Pero destacaremos alguna. Por ejemplo su poco conocida El extraño viaje (1964) y su leiv motiv de “deja la lujuria un mes y ella te dejará tres” así como referencias al propio socialismo. Poco duró en cartelera. Su amistad con el periodista Eduardo de Guzmán le hizo llevar a la pantalla la película Mi hija Hildegart, basada en la obra Aurora de sangre, que cuenta la historia sorprendente y poco conocida de Hildegart Rodríguez Carballeira, recreando parte del mundo cultural libertario de la Segunda República. O en su Las bicicletas son para el verano, escrita en 1977 y llevada al cine por Jaime Chavarri en 1984. Allí aparecen varios cenetistas y allí Fernando dejó muy claro, por su propia experiencia, que en 1939 no llegó la paz, sino que llegó la victoria, quizá recordando el triste destino de su maestro Valentín de Pedro, entre otros muchos.
            Me dejo muchos guiños en el tintero de sus obras o de trabajos realizados por él (Mambrú se fue la guerra, el espíritu de la colmena, Arriba, Hazaña, etc.). Pero es una arista de Fernando que es necesaria rescatar.

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