El profesor Julián Casanova nos
tiene acostumbrados a abordar los temas de la historia de España relacionado
con el anarquismo, la Segunda República, la Guerra Civil, el franquismo, el
papel de la Iglesia en la represión, etc. Pero en esta ocasión se ha adentrado
en la historia de la Revolución rusa de 1917 en el año que, precisamente, se
cumple el centenario de la misma. Y como todo lo que sale de la pluma de
Casanova, estamos ante una obra interesante, bien escrita, investigada y que
aporta muchas cuestiones en un año donde la producción bibliográfica sobre el
acontecimiento es importante pero tampoco esta sobrepasando las expectativas.
Podemos
decir que estamos ante un libro breve (estamos hablando de algo menos de 200 páginas),
donde Julián Casanova realiza toda una introspectiva al proceso revolucionario
ruso que se desató en 1917, partiendo de una breve pero importante introducción
de los antecedentes de la misma, así como un pequeño epílogo del devenir del
propio proceso revolucionario.
Hay
cuestiones que hacen del libro de Julián Casanova una obra donde hay que
pararse de forma inevitable. En primer lugar lo bien hilado del tema a la hora
de afrontar el acontecimiento en sus espacios temporales cortos. Por ello la
importancia que le da a la Guerra Mundial (1914-1918) es fundamental para poder
entender el acontecimiento. En segundo lugar la importante separación que hace
entre la revolución de febrero y octubre de 1917, estableciendo de forma amena
los debates que alrededor de la misma hay y presentando todas las corrientes
interpretativas al respecto. En tercer lugar, Casanova aborda un tema que no lo
hace muchos libros: el papel de las mujeres. Y no solo con los nombres propios
sino con la participación directa de las mismas en el proceso revolucionario. Vuelve
a incidir, y de forma muy clara, en la importancia de la dualidad de poderes que
surgen en Rusia entre febrero y octubre de 1917. El poder del gobierno
provisional frente al poder de los soviets. Elemento imprescindible para
entender el proceso revolucionario.
Este
libro de Julián Casanova tiene una gran virtud. Esta escrito con un lenguaje
accesible que gusta y aporta cosas a doctos y profanos. Y no es fácil escribir
así un libro de historia. Pero lejos de convertirse en un libro “opinativo”
(como puede ser el de Richard Pipes), el libro de Casanova tiene una fuerte
base bibliográfica. Por ello, aunque carece de notas a pie de página, el libro
viene acompañado por un capítulo de bibliografía comentada. Una aportación que
sorprende por la enorme cantidad de libros manejada por el autor, sobre todo en
inglés. Esto hace pensar que, aunque en España existe muchos libros
relacionados con la Revolución rusa, las aportaciones fuera de nuestra
fronteras son mucho mayores y que el conocimiento del acontecimiento en nuestro
aun esta por perfilarse. Cuestión comprensible teniendo en cuenta que el número
de historiadores que en nuestro país manejan el ruso como idioma es escaso para
poder acceder a las fuentes primarias.
El
hecho de que el libro no tenga notas al pie no desmerece la calidad científica
de la obra.
Lo simple (que no simplificación) a la hora de plantear el acontecimiento ruso
hace de la obra de Julián Casanova una parada obligatoria y un libro
recomendable para cualquier curso que se precia que quiera abordar la Revolución
rusa. Además, es de agradecer que la obra no caiga en contrafactuales, muy típicos
de algunas obras de Historia.
Sin
embargo, no todo libro es perfecto, y por ende tampoco el del profesor
Casanova. Si bien son muchas las virtudes también existen algunas cuestiones
que hay que señalar. Los antecedentes se quedan un poco cojos a la hora de
analizar lo que sucede posteriormente. Hubiese sido interesante delimitar bien
los espacios ideológicos en la ya de por si porosas organizaciones y doctrinas
que se movieron en la Revolución rusa.
Igualmente, aunque el protagonismo de los bolcheviques es innegable, no hay que desdeñar el papel que
jugaron otras ideologías en el proceso revolucionario que se abrió en febrero
de 1917. En el libro de Julián Casanova los socialistas revolucionarios y los anarquistas
no aparecen en el papel protagonista que les corresponde. Es entendible debido
a la brevedad del texto y a los objetivos del mismo. Pero el socialismo
revolucionario fue la tendencia mayoritaria del obrerismo ruso (y dividido
entre sí) y el anarquismo también tuvo un papel protagonista, tal como han
demostrado las recientes obras de Julián Vadillo Muñoz (Por el pan, la tierra y la libertad. El anarquismo en la Revolución
rusa) y Carlos Taibo (Anarquismo y revolución
en Rusia, 1917-1921). Aunque estos agentes aparecen citados no lo están con
la importancia que jugaron y su papel queda desdibujado.
Por
último, solo una cuestión. En la página 142-143 se cita a Fanny Kaplan como
autora del atentado contra Lenin y el autor la ubica como anarquista. En realidad,
Fanny Kaplan era integrante de los socialistas revolucionarios, no era
anarquista. Un error no atribuible al profesor Casanova, ya que son numerosas
las fuentes que la sitúan en el anarquismo de forma errónea.
Dejando
a un lado estas pequeñas apreciaciones, el libro de Julián Casanova para a ser
uno de los imprescindibles para el estudio de la Revolución rusa. Completo en
todas sus partes y con una cronología final que parte desde la liberación de
los siervos en 1861 hasta la muerte de
Lenin en 1924. No tengo ninguna duda en recomendar este libro de Julián
Casanova para los que quieran acercarse de forma sencilla, amena y directa a lo
que supuso la Revolución de 1917 en Rusia. Felicitaciones al autor. Ahora tocar
leer el escrito del profesor José María Faraldo y el coordinado por Fernando
Hernández Sánchez y Juan Andrade.
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