Artículo publicado en la edición digital del periódico Diagonal
El 13 de octubre de 1909 era
fusilado en los fosos del castillo de Montjuich el pedagogo libertario
Francisco Ferrer Guardia. Había sido acusado, juzgado y condenado por haber
sido instigador de los sucesos ocurridos en Barcelona entre el 26 de julio y el
2 de agosto de ese mismo, en lo que se conoció como la Semana Trágica de
Barcelona. No era la primera vez que Ferrer se enfrentaba a un tribunal acusado
de algo que no había cometido. La diferencia con las anteriores ocasiones fue
que en octubre de 1909 el objetivo se cumplió: fusilar a Ferrer.
¿Pero
quién era ese Ferrer Guardia que tanto odiaban algunos sectores de la sociedad
española? ¿Qué había hecho Ferrer para que su destino fuese los fosos del
temido castillo de Montjuich?
Un pedagogo al servicio del pueblo
Francisco
Ferrer Guardia había nacido en el pueblo de Alella el 14 de enero de 1859.
Miembro de una familia de campesinos acomodados y católicos, Ferrer no tuvo
toda la formación que hubiese querido. Además, imbuido de ideas de unos de sus
maestros, poco a poco fue adquiriendo una conciencia republicana y
anticlerical.
Se
traslado siendo adolescente a Barcelona donde comenzó a trabajar. Allí Ferrer
fue acercándose al pensamiento republicano de Manuel Ruiz Zorrilla, partidario
de una estrategia insurreccional que tumbase el trono a Alfonso XII y sus
sucesores. Fueron las razones por las que Ferrer Guardia apoyó en 1884 el
levantamiento republicano de Santa Coloma del Farnés, así como la intentona del
general Villacampa.
Aunque
muy próximo a Ruiz Zorrilla, Ferrer fue interesándose cada vez más por las
corrientes de renovación pedagógica de la época y por el librepensamiento, lo
que le hizo entrar en contacto con el anarquismo. El movimiento libertario era
un hervidero de renovación en el ámbito educativo. Muchos de sus integrantes se
preocuparon desde muy pronto por la educación e instrucción de los hijos de la
clase obrera. En distintos centros de cultura libertaria, se fueron inaugurando
escuelas y clases de alfabetización con la idea de contraponer la educación y
cultura burguesa una educación basada en los principios básicos del anarquismo.
No sin polémica ni debates internos, los anarquistas fueron inaugurando
iniciativas, llegando incluso a fundar escuelas laicas o estar en la órbita de
iniciativas laicistas donde también participaban republicanos avanzados. Ferrer
se vio envuelto en ese proceso.
Debido
a sus problemas de pareja, en los que su primera casi acaba con la vida de
Ferrer, termina con la separación de ambos y la marcha de él a Europa. En
Francia, Ferrer conoce de primera mano
las corrientes pedagógicas de renovación, los jardines de infancia, etc. Pero
sobre todo le influencia el método pedagógico de Paul Robin ha desarrollado en
el Orfelinato de Cempuis o las corrientes pedagógicas que Charles Malato o Jean
Grave defienden en sus obras. Estas iniciativas comienzan a hacer pensar a
Ferrer en fundar una escuela en cuanto vuelva a España.
Gracias
a una herencia recibida, Ferrer regresa a España y en agosto de 1901 fundó la
Escuela Moderna en Barcelona, con domicilio en la calle Bailén de la ciudad. Un
proyecto basado en la pedagogía racional y libertaria que no dejó indiferente a
nadie.
La pedagogía de la Escuela Moderna
A
través de la Escuela Moderna, Ferrer intentó desarrollar un modelo de pedagogía
basado en la coeducación de sexos, la enseñanza al aire libre, el profesor como
instructor pero nunca como portador de la verdad absoluta, tener a la ciencia
como eje básico de la enseñanza y sacar la religión de todo el ámbito
educativo. La tarea de los integrantes de la Escuela Moderna fue mostrar a
través de los principios racionales las desigualdades sociales e instruir a los
niños y niñas en valores de libertad, igualdad y fraternidad. Una educación que
defendía al movimiento obrero y de la que el movimiento obrero se valía de
ella.
La
Escuela Moderna tuvo instalaciones adaptadas a su método pedagógico y fundó una
editorial en la que publicó los textos más avanzados de la época. Alrededor del
proyecto de Ferrer se unieron otros libertarios, librepensadores y republicanos
de época. Anselmo Lorenzo, uno de los fundadores de la Primera Internacional en
España y firme partidario de la educación racionalista, fue uno de sus más
firmes defensores. Pero también otras personalidades de la época como Odón de
Buen, uno de los mejores naturalistas del momento, o el apoyo de personalidades
como Santiago Ramón y Cajal, Luis Bulfi, Andrés Martínez Vargas, etc. La
Escuela Moderna era la plasmación de una trayectoria de pedagogía impulsada por
el anarquismo español que partía desde los orígenes de la Primera Internacional
y que tuvo otros representantes de interés como José Sánchez Rosa.
Era
de suponer que esta iniciativa, tan alejada de los cánones pedagógicos de una
Iglesia católica que controlaba la educación en todos sus niveles, no iba a ser
bien recibido. Desde el primer momento, la Escuela Moderna de Ferrer como
muchos otros proyectos pedagógicos de la época basados en el laicismo,
sufrieron duros ataques por parte de la Iglesia. En numerosas ocasiones la
Escuela Moderna se vio clausurada por orden gubernativa. Pero siempre acababa
reiniciando sus clases.
El
punto de no retorno para el proyecto se produjo en mayo de 1906. El último día
de ese mes, el anarquista Mateo Morral lanzó un ramo de flores con una bomba
camuflada contra el cortejo nupcial de Alfonso XIII en la calle Mayor de
Madrid. La bomba causó 23 víctimas, y pocos días después aparecía muerto Mateo
Morral. La versión oficial decía que se había suicidado pero recientes
investigaciones aseguran que fue asesinado.
Sea
como fuere, Mateo Morral había trabajado como bibliotecario en la Escuela
Moderna de Ferrer. Hecho que resultó determinante para la detención de Ferrer y
la clausura de la Escuela Moderna. Por dicho atentado también fue detenido el
periodista José Nakens, fundador de El
Motín y que se le acusó de dar cobijo a Morral. Aunque el juicio contra
Ferrer, Nakens y otros acabó con su absolución, la Escuela Moderna no volvió a
abrir sus puertas a los alumnos. Solo la editorial continuó con el proyecto.
El golpe de gracia. La Semana Trágica de julio de 1909
Ferrer,
una vez liberado, siguió con su tarea pedagógica y trabajando en al frente de
su editorial, con la idea de que la Escuela Moderna debía abrir sus puertas.
Era
un momento tenso en la historia de España. El gobierno de Antonio Maura
mantenía un pulso en las colonias marroquíes. Las noticias del desastre en el
Barranco del Lobo el 27 de julio de 1909 donde perdieron la vida decenas de
soldados españoles y cientos de heridos, hicieron tomar al gobierno la decisión
de movilizar a los reservistas. Una decisión que fue respondida por el
movimiento obrero en Barcelona, representado por anarquistas y socialistas
afiliados a Solidaridad Obrera y el PSOE, con la convocatoria de una huelga
general contra la movilización.
En
las tablas reivindicativas de los obreros se encontraban sus peticiones
laborales y sociales. En ningún momento el Comité de Huelga, representado por
el sindicalista Miguel V. Miranda de Solidaridad Obrera, por Francisco Miranda
en representación de los grupos anarquistas y por el socialista Antonio Fabra
Ribas, se abordó el tema religioso. Sin embargo, masas de gente se lanzó contra
edificios religiosos de la ciudad, en lo que algunos autores han visto la
influencia de Alejandro Lerroux y su Partido Radical, que no eran convocantes
de la huelga.
Durante
una semana, hubo enfrentamientos en Barcelona entre las fuerzas del orden
público y los huelguistas, que se vieron aumentados cuando los soldados iban
embarcando en el puerto de Barcelona hacia Marruecos. Al final las autoridades
controlaron la situación y comenzó una política represiva contra los
huelguistas que acabó en consejos de guerra con fusilamientos. Los fusilados
fueron: José Miguel Baró, un republicano fusilado el 17 de agosto; Antonio
Malet Pujol, lerrouxista fusilado el 13 de septiembre; Clemente García, un
joven discapacitado psíquico acusado de bailar con la momia de una monja en la
calle; Eugenio del Hoyo, un ex guardia civil acusado de promover los
altercados.
Pero
faltaba el premio gordo. Las autoridades comenzaron a acusar a Ferrer como
instigador de los sucesos. Se condenaba su pedagogía, desde las páginas de los
periódicos católicos, como perversa. Se acusaba a Ferrer de envenenar a la
infancia y la juventud en el anticlericalismo violento. Las acusaciones de
instigación no fueron probadas porque difícilmente Ferrer fue instigador de
nada. Además, en los días del suceso el no estaba en Barcelona y no participó
en ninguna movilización.
A
pesar de todo, el juicio político contra Ferrer se consumó. Una oleada de
protestas en España y en todo el mundo se alzó en la defensa de Ferrer y en la
acusación de una neo inquisición en España. Personalidad de primer orden internacional
como Anatole France, William Archer, Piort Kropotkin, George Bernard Shaw,
Arthur Conan Doyle, H.G. Wells, etc, pidieron por la inocencia de Ferrer.
Pero
la suerte del pedagogo estaba echada. El 13 de octubre de 1909 era fusilado en
Montjuich, donde años antes lo habían sido otros libertarios y donde años
después también lo serían otros.
Con
Ferrer fusilado la indignación creció. Antonio Maura se vio obligado a dimitir
y Alfonso XIII fue expulsado de la Academia de las Ciencias de París. Sin embargo,
sectores eclesiásticos y conservadores celebraron la muerte de Ferrer.
Pero
en el interior del movimiento obrero, las ideas pedagógicas de Ferrer fueron el
inicio del desarrollo de toda una pedagogía que pusieron en práctica los
anarquistas y que, incluso, se basó parte de la legislación educativa de la
Segunda República.
Hoy
la tumba de Ferrer se puede visitar en el cementerio de Montjuich, junto a las
de Ascaso y Durruti, y en Bruselas se honra con una estatua al
librepensamiento.
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