La figura de León Trotsky (Lev
Davidovich Bronstein, como se llamaba en realidad) ha sido recurrente. No solo
porque el fundador del Ejército Rojo fuese una de figuras más representativas
de la Revolución rusa de 1917 y de la Guerra Civil del mismo país entre 1918 y
1921. Tampoco porque sus escritos fuesen referencia para miles de militantes de
la izquierda que constituyeron, con el paso de los años, el llamado trotskismo.
Ni siquiera por sus actividades tanto antes como después de la Revolución,
entre las que se encuentra su liderazgo en las purgas a la oposición
revolucionaria a los bolcheviques tras la Revolución rusa (socialistas
revolucionarios, anarquistas, majnovistas, Krosntadt, etc.)
Trotsky
pasa también a la historia porque fue el derrotado en la lucha por el poder en
la Unión Soviética tras la muerte de Lenin. Stalin le ganó la partida y como
derrotado Trotsky inició un exilio de persecución. En el interior de la URSS
las distintas purgas fueron acabando paulatinamente con la oposición al
estalinismo. Pero Trotsky fue el huido y Stalin siempre lo tuvo como una cuenta
pendiente. Alma Ata, Turquía, Francia, Noruega y México fueron los destinos de
exilio de Trotsky, permanentemente perseguido por los integrantes de la policía
política de Stalin que querían acabar con su vida.
A
finales de 1936, León Trotsky llegó a México por mediación del presidente
Lázaro Cárdenas. Es una etapa prolífica para Trotsky pues escriba una parte
importante de su obra. También porque logró impulsar su movimiento político
propio, la IV Internacional.
Pero
el tiempo no era propicio ya para Trotsky. Su movimiento, excepto en algunos
lugares concretos, no pasó de testimonial. El ámbito internacional no le era
favorable. La URSS era la referencia de los partidos comunistas. Y la
maquinaria de propaganda del estalinismo dejaba en muy mal lugar al fundador
del Ejército Rojo. Además es un momento donde el avance del fascismo cercenó en
países como Alemania la posibilidad de surgimiento de un movimiento de
oposición al estalinismo dentro del comunismo. En España, el trotskismo apenas
tuvo influencia, ya que Andreu Nin (otra víctima del estalinismo) había
abandonado sus tesis hacía tiempo y el POUM (Partido Obrero de Unificación
Marxista) nunca fue trotskista. Solo un pequeño grupo denominado Sección
Bolchevique-Leninista de la IV Internacional, que no pasaba de unas decenas en
Barcelona, se declaraba abiertamente trotskista. Incluso el que podía haber
sido su paladín en España, Grandizo Munis, al final acabó también apartado del
trotskismo. Los comunistas no estalinistas españoles consideraban que Trotsky
no había sabido leer la realidad española. A ello se unió la virulencia con la
que el PCE actuó contra estos grupos. Y también la victoria de Franco, que puso
punto final a estos debates en el interior de España.
Podemos
decir que a la altura de 1939 el trotskismo no pasaba de algo testimonial y el
propio Trotsky no era más que una figura representativa para pequeños grupos.
Sin embargo era la cuenta pendiente de Stalin. Y el dirigente georgiano de la
URSS no iba a parar hasta liquidar a su eterno enemigo (como había hecho con
Kamenev, Zinoviev, Preobrazhensky, etc.). Para hacerlo, los servicios secretos
soviéticos recurrieron a un español: Ramón Mercarder. Un comunista español,
militante del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña), que fue captado
por la GPU soviética, trasladado a la URSS y entrenado durante meses con el
propósito de infiltrarse en los círculos trostkistas para llegar hasta el líder
revolucionario y liquidarlo. Mercader consiguió su objetivo. Se le cambió la
identidad por la de Jacques Mornard, se infiltró en los círculos del trotskismo
enamorando a una de las secretarias de Trotsky, Silvia Ageloff. Se ganó la
confianza de mucha gente de su círculo haciéndose pasar por un empresario a la
que nada le interesaba la política. Finalmente logró quedar a solas con Trotsky
al que asesinó clavándole un piolet en la cabeza el 20 de agosto de 1940. Una
historia rocambolesca que acabó con el objetivo de Stalin y que tuvo a un
español como protagonista del acontecimiento.
El Elegido
Estos
días se ha estrenado la película hispano-mexicana El elegido (The chosen),
que cuenta la historia de cómo Ramón Mercader es formado por los servicios secretos
soviéticos para asesinar a Trotsky. La película reconstruye fielmente el
proceso y el elenco de personajes que aparecen generan una trama que sabe
enganchar al espectador. El persona de Ramón Mercader, interpretado por Alfonso
Herrera, esta bien caracterizado. También el rol que desempeñó en esta trama
Caridad Mercader (Caridad del Río), la madre de Ramón. Una mujer de la clase
acomodada catalana que comenzó en la década de 1910 a frecuentar círculos
libertarios hasta que se convirtió en una convencida comunista y dio todo por
el Partido. También refleja muy bien el entramado de los servicios secretos
soviéticos. Y la figura inocente y engañada de una enamorada Sylvia Ageloff que
fue la persona que Mercader utilizó para llegar hasta Trostky.
Es
una película con ritmo y entretenida. También muy dura por momentos. Quizá
tiene algunos inconvenientes. Los puntos negros que quedan en la evolución de
Ramón Mercader, desde que sale del frente en la Guerra Civil española hasta que
se planta, primero en Francia y luego en México, enamorando a Sylvia. Hay zonas
oscuras que si no se conoce la historia de Mercader puede quedar deslavazada.
También algunas ausencias. Por ejemplo la implicación directa de Laurentii
Beria, máximo responsable de la GPU en el momento, en el proceso del asesinato
de Trotsky. O también los personajes de Diego Ribera y Frida Kalho, próximos a
Trotsky y que no aparecen en la película. Por el contrario, si que aparece la
pintoresca figura del muralista y comunista David Alfaro Siqueiros, que si bien
su grupo y su militancia en el Partido Comunista de México queda perfectamente
reflejada, por momentos parece muy desdibujada.
A
pesar de algunos inconvenientes, propios de la dificultad de condesar una
historia tan densa en una película, el film merece la pena ser visto por la
veracidad que trasmite de este acontecimiento.
El recurrente asesinato de Trotsky
La
muerte de Trostky ha sido tratada en muchas de las biografías que se ha escrito
del revolucionario ruso. Pero debido a la historia que hay detrás de ese
asesinato, su muerte ha sido objetivo de libros y películas específicos que han
precedido a la película de Antonio Chavarrías.
Ya
en 1972 el director Joseph Losey llevó a la gran pantalla la muerte del
fundador del Ejército Rojo con la película El
asesinato de Trotsky. Y lo hizo con un elenco de actores de primer nivel en
la época: Richard Burton, Alain Delon o Romy Schneider. Sin embargo esta
película no es por la que se pueda recordar al gran director Losey. Es evidente
que la temática se le fue de las manos y la historia del asesinato de Trotsky
quedó desdibujada. Por ejemplo, Ramón Mercader no aparece en toda la película y
la trama es sensiblemente variada.
A
nivel documental, en 1996, José Luis López-Linares y Javier Rioyo, montaron un
magnífico documental titulado Asaltar los
cielos, donde se cuenta de forma pormenorizada la historia de Ramón
Mercader. Desde sus orígenes hasta su muerte, tratando su figura pero también
la época en la que le tocó vivir. La muerte de Trotsky es ampliamente trabajada
con testimonios rescatados de la época por protagonistas y familiares tanto de
Mercader como de Trotsky. Un documental que con el paso de los años no ha
perdido calidad.
A
nivel bibliográfico, junto a las muchas biografías de Trotsky, cabría destacar
el libro de Leonardo Padura El hombre que
amaba a los perros (Tusquets, 2011). Un buen libro, bien escrito y bien
trabajado sobre esta temática. De menor calidad, pero muy centrado y bien
reconstruido el proceso del asesinato de Trotsky, destacaría la obra del
periodista mexicano José Ramón Garmabella El
grito de Trotsky. Ramón Mercader, el asesino de un mito (Debate, 2007). Una
obra donde la parte histórica relacionada con la Revolución rusa y la Guerra
Civil española es bastante mediocre, pero que la reconstrucción de los pasos de
Mercader en México está perfectamente trabajada.
Seguramente
que Chavarría ha tenido todos estos precedente en cuenta para realizar El elegido, película recomendable por la
temática y por el trabajo sobre la misma.
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