Artículo publicado en la edición web del periódico Diagonal
El 16 de febrero de 1936 la
coalición del Frente Popular vencía en las elecciones. Con una
campaña basada en la aplicación de medidas reformistas, de la
libertad de los presos políticos y de una profundización en la
democratización del país, la coalición circunstancial de
republicanos y partidos obreros de diversa índole se alzó con la
victoria electoral.
En el 80 aniversario del
acontecimiento toca recordar y romper alguno de esos lugares comunes
que alrededor del Frente Popular se han ido generando.
El origen
Una de las bases de la que
se valió los promotores del golpe de Estado en julio de 1936, era
que el Frente Popular había sido parte del plan que la URSS tenía
en España para hacerse con el control político. Basándose en los
acuerdos del VII Congreso de la Internacional Comunista donde aprobó
la participación de los partidos comunistas en los frentes populares
amplios. Una afirmación que no se corresponde con la realidad. Ni en
España, ni en Francia ni en ningún lugar.
La motivación de unión de las
organizaciones de izquierda en España (y en otros lugares de
Europa), no parte de una consigna soviética. Antes de la celebración
de dicho congreso en agosto de 1935, los republicanos y los
socialistas mostraban interés en la posibilidad de caminar hacia una
coaliación electoral. Lo acontecido en octubre de 1934 había dejado
claro a la izquierda que la única posibilidad pasaba por una unión
de fuerzas. El debate entre republicanos y socialistas se establecía
donde estaban los límites de esa coalición. Para los republicanos
(Izquierda Republicana y Unión Republicana mayoritariamente, que se
habían formado en aquellos momentos por la unión de diversos grupos
republicanos) el pacto tenía que ser de gobierno. Los socialistas
tenían una diversidad de opiniones, entre la postura de Indalecio
Prieto que no veía con malos ojos la unión de un gobierno de
republicanos y socialistas, y la de Largo Caballero, que tras la
experiencia del primer bienio y su giro a la izquierda era partidario
de una coalición electoral para desalojar a la derecha del poder y
no de su entraba en un gobierno. Los comunistas, por su parte, sí
que tuvieron un giro en su estrategia, que había sido cambiante a lo
largo de la República. Mientras en su origen los comunistas
mostraron oposición a las instituciones republicanas, tras la salida
de Bullejos, Trilla y Adame de la dirección y la toma del control
del PCE por Pasionaria, José Díaz y otros, el objetivo pasó a ser
la unidad por la base. Los acuerdos del VII congreso de la IC afectó
al PCE, que trabajó para la creación del Frente Popular.
En la medida que las organizaciones políticas se fueron
recomponiendo tras el fracaso de la huelga general de octubre de
1934, los actos públicos y las declaraciones de los dirigentes
políticos iban encaminadas a una coaliación de izquierdas. Meses
antes del citado congreso comunista. Una coaliación, que tras muchos
meses de negociación, se cerró en enero de 1936 cuando las
elecciones estaban a la vista. Finalmente el Frente Popular lo
compuso el PSOE, Izquierda Republicana, Unión Republicana, el PCE,
el Partido Sindicalista de Ángel Pestaña, el POUM de Andreu Nin y
dependiendo de la zona geográfica distintos partidos de la izquierda
nacionalista o de implantación regional (Esquerra Republicana que
impulsó el Front d'Esquerres – el Frente Popular en Cataluña –,
el Partido Galeguista, etc.). La coalición también fue apoyada por
la UGT. El Partido Republicano Federal de Barriobero o el Partido
Nacional Republicano de Sánchez Román no se unieron a la coalición.
El programa del Frente Popular fue de minimos, pues las posiciones
finales de cada uno de los firmantes era muy distinta. No se trataba
de un pacto revolucionario, del que estaba muy alejado. Lo que
quedaba claro, y debido a la influencia del sector caballerista en el
PSOE, era que en caso de victoria electoral de la izquierda, el PSOE
no formaría gobierno con los republicanos, como así fue. Y los
comunistas tampoco.
La visión de un pacto patrocinado por Moscú cae por su propio
peso.
Los anarquistas
Otro de los mitos del
Frente Popular es la posición de los anarquistas frente al mismo.
Siempre se ha establecido que los anarquistas participaron en masa en
las elecciones y eso provocó la victoria del Frente Popular. Otro
mito similar a que las derechas ganaron en 1933 por la participación
de la mujer en las elecciones y la abstención anarquista. Ni lo
primero ni lo segundo es cierto.
La CNT y la FAI salieron debilitadas del primer bienio republicano y
tras la huelga general de octubre de 1934. La táctica que parte del
movimiento libertario adoptó en 1932 sirvió para que en muchos
lugares los libertarios fuesen repridos. Fue tras el fracaso de la
insurrección de diciembre de 1933 cuando la estrategia de los
libertarios comenzó a cambiar. En muchos lugares el movimiento
libertario buscó la inteligencia con los socialistas. Algo que se
llegó a plasmar en algunos lugares como Asturias en octubre de 1934.
Sin embargo la represión de dicho
movimiento volvió a llevar al presidio a multitud de sus
integrantes. Esto hizo replantear la estrategia de los anarquistas.
En los meses finales de 1935 los libertarios se reafirmaron en su
táctica antielectoral y abstencionista. Pero sus periodicos dejaban
claro que lo importante no era la participación electoral o no de
los trabajadores, sino la implicación de estos en la lucha contra el
capitalismo y por una transformación revolucionaria. Igualmente,
cuando se publicó el programa del Frente Popular, fue duramente
criticado por los anarquistas al que consideraban insuficiente.
Pero una cosa fue la propaganda que los anarquistas plantearon y
otra el comportamiento electoral de sus militantes. Igualmente hay
que hacer una distinción según la zona geográfica. Mientras en
Cataluña el movimiento libertario fue muy crítico con las
elecciones, en lugares como Asturias o Madrid se rebajó bastante
dicha crítica. El Pleno Nacional de enero de 1936, a pesar de
reafirmarse en la lucha antipolítica, dejó claro que no se iba a
realizar una campaña por la abstención como se había hecho en
noviembre de 1933. Incluso declaraciones de dirigentes como Miguel
Abós hacía un llamamiento a no abstenerse pues una victoria de la
derecha sería perjudicial para los trabajadores.
Aun así en ningún momento la CNT hizo campaña o petición de voto
público por el Frente Popular. Las páginas de sus diarios hacía
constantemente reclamación de la libertad de los presos y del
peligro de un posible golpe de Estado. Y eso que desde muchos
sectores de la izquierda se reclamaba la participación activa de los
libertarios. No fue así, aunque es evidente que muchos de sus
integrantes acudieron a las urnas e incluso Durruti, en marzo de
1936, dijo en un mitin que gracias a la generosidad de los
libertarios se había recuperado el espíritu del 14 de abril. Un
síntoma más que evidente de la actitud individual de los
anarquistas ante la cita electoral del 16 de febrero de 1936.
¿Victoria con trampas?
Otro de los argumentos
contra el Frente Popular ha sido que en realidad no ganó la
elecciones. Que las izquierdas manipularon para que los resultados le
fuesen favorables y perjudicar así a la derecha. Nada más lejos de
la realidad.
Aunque hay disparidad de criterios, los resultados electorales
fueron de un corto margen a favor del Frente Popular. Se estima que
el Frente Popular obtuvo 4451300 sufragios frente a los 4375800 de la
derecha. El centro político obtuvo 299700 sufragios y el PNV 150100.
Otros partidos se presentaron, según la zona, dentro de algunas de
las coaliciones o en solitario.
Es evidente que el margen fue pequeño pero lo que favoreció al
Frente Popular fue la política electoral de la República. Este
sistema beneficiaba a las coaliciones por encima de cualquier cosa.
Ese sistema de coalición fue lo que benefició a la derecha en las
elecciones de noviembre de 1933 y perjudicó a la izquierda. La
victoria del Frente Popular fue clara pues en ese sentido, si bien la
derecha tenía un buen número de votantes. A nivel político, el
partido más votado fue el PSOE seguido de la CEDA de Gil Robles..
La victoria del Frente Popular no se produjo por ninguna artimaña
de los triunfantes, si bien no fue una victoria aplastante. Tampoco
se puede establecer un paralelismo entre las zonas donde la izquierda
triunfó y la derecha a lo que después fueron las zonas en la que
quedó partida España con el golpe de Estado. En esta afirmación no
se tiene en cuenta a los anarquistas que hubo zonas donde
participaron, pero en otras como Sevilla o Cádiz, donde tenían
mucha influencia, la abstención también fue muy alta, y fueron
zonas que estuvieron bajo control sublevado practicamente desde el
inicio de la Guerra Civil.
¿Un gobierno radical y comunista?
El Frente Popular y el
gobierno que generó su victoria estuvo lejos de ser un gobierno
radical y mucho menos comunista. Una vez que se produjo la victoria
el gobierno estuvo conformado solo y exclusivamente por integrantes
republicanos, encabezados por Manuel Azaña. Cuando este fue elegido
presidente de la República, la presidencia del gobierno pasó a
Santiago Casares Quiroga. En ningún momento los socialistas formaron
parte del gabinete. Solo con el estallido de la Guerra Civil se llegó
a esa circunstancia.
El gobierno del Frente Popular se limitó a liberar a los presos,
tal como era su promesa electoral, a restituir al gobierno de la
Generalitat y de los ayuntamientos sustuidos por gestoras tras
octubre de 1934, y a aplicar las medidas reformistas que no se habían
aplicado durante el primer bienio. Cierto fue que la presión y poder
del movimiento obrero fue mayor y la aplicación de la reforma
agraria se comenzó a acelerar con la ocupación de fincas. Una tarea
pendiente de la izquierda y de la República.
Pero en el periodo que media entre febrero y julio de 1936, ni
socialistas, ni comunistas ni mucho menos anarquistas participaron en
la formación de gobierno. Incluso fueron críticos con el gobierno
al que reclamaban más medidas de mejora para la clase obrera, lo que
originó una serie de huelgas. Aun así estos movimientos no fueron
mayores que en otros momentos de la República. Cuestión que también
se ha sobredimensionado para presentar un periodo de caos y violencia
entre febrero y julio de 1936. La inestabilidad existió, pero los
choques entre las fuerzas de orden público, partidas de escuadristas
y trabajadores, acabaron con un saldo de muertes mayor entre los
trabajadores, tal como ha demostrado el profesor Eduardo González
Calleja.
Muchos mitos todavía alrededor del Frente Popular que requieren de
estudios de investigación profundos.