Hay una cosa peor que la muerte, que es el olvido. Y cuando hablamos de la figuras del movimiento obrero español, en muchos de los casos, hablamos del olvido. El olvido generado por casi 40 años de dictadura que no paró de reprimir hasta el último suspiro del dictador. Y junto con esa represión se instaló un olvido obligado, que tras años de la muerte de Franco se ha convertido en un olvido sociológico. Las víctimas de la represión franquista no tienen su lugar.
Por ello la tarea de recuperación se hace ingente. Casi, a veces, inabarcable. Y en esa tarea de recuperación te encuentras en ocasiones con personajes extraordinarios, que cuando los investigas de cerca te das cuenta de la trascendencia y la importancia que tuvieron en el momento que les tocó vivir. En este grupo se encuentra la figura de Mauro Bajatierra Morán.
Descubrir la figura de Mauro Bajatierra no ha sido fácil. Y aquí siempre habrá que hacer mención a la importante que LaMalatesta editorial lleva a cabo en la recuperación y difusión de las figuras del movimiento libertario. Este proyecto surgido en el año 2005 y que desde el 2008 tiene su ubicación en la Calle Jesús y María (en el madrileño barrio de Lavapiés), está realizando una magnífica labor en esta línea.
De Mauro Bajatierra tan solo conocíamos algunos datos deslavazados. Militante anarquista, cronista de guerra en el diario CNT y que fue asesinado al finalizar la Guerra Civil, siendo una de las primeras víctimas de la represión franquista. Muchos libros citaban a Mauro Bajatierra pero siempre en la línea anterior. Poco más se sabía de él.
Pero leyendo sus crónicas de guerra descubrías a un personaje apasionante. Muchas fueron las crónicas y los cronistas durante el periodo bélico. Destacaríamos a Manuel Zambruno Nobruzán, Elías García (ambos anarquistas) o las de Jesús Izcaray o Clemente Cimorra (comunistas). Pero las de Mauro tenían algo que no tenían el resto. Sabía unir la tragedia de la guerra, plasmar el crimen que los golpistas contra la República estaban perpetrando y al mismo tiempo unirlo con el humor. Bajatierra comprendía que la moral no solo se conseguía con enardecidos discursos sino también con la sonrisa en un panorama que no era precisamente el mejor. Los motes a los rebeldes golpistas, la cercanía de Bajatierra con el combatiente y su propia implicación en el conflicto y en la lucha le pone por encima de cualquier otro cronista de guerra. Crónicas fidedignas, porque la investigación histórica nos ha mostrado que eran completamente verídicas.
Solo por sus crónicas de guerra la figura de Bajatierra ya es extraordinaria. Pero su muerte, o mejor dicho, su asesinato por las tropas rebeldes franquistas cuando llegan a Madrid, no deja de ser una muerte heroica. Bajatierra se niega a exiliarse. Se considera viejo y cansado. Y él era consciente de lo que les esperaba. Caminó ese 28 de marzo de 1939 hacía su domicilio en la calle Torrijos (en el madrileño barrio de la Guindalera) y allí defendió su vida hasta el último cartucho de su fusil. Al ser asesinado el cuerpo de Bajatierra es trasladado al depósito de cadáveres y allí, en su parte de defunción, comienza la infamia. Según dicho parte Bajatierra murió de un síncope. Un pequeño ejemplo de lo que será esa “justicia” franquista. Un Estado ilegal, pues proviene de un golpe de Estado, y un gobierno formado por criminales y delincuentes, como las investigaciones históricas nos están demostrando.
¿Pero quién era en realidad Mauro Bajatierra? ¿Quién era ese personaje que redactaba esas crónicas? ¿Quién era esa persona que tuvo una forma tan heróica de morir? Estás preguntas y estos interrogantes es lo que generó la investigación y posterior publicación del libro Mauro Bajatierra. Anarquista y periodista de acción.
Rastrear a Mauro Bajatierra no ha sido tarea fácil. Nunca es fácil hacer una biografía. Pero en este caso (como en otros muchos que están por venir) era completamente necesario. Para conocer la importancia del personaje hay que retrotraerse a los inicios del siglo XX. Y a partir de ahí podremos comprobar la vinculación trascendental de Mauro Bajatierra en el movimiento obrero madrileño y en el desarrollo del anarquismo en la capital de España. Dejando a un lado las colaboraciones que Bajatierra tuvo en periódicos satíricos de la época, la colaboración con la prensa anarquista y obrera data de 1908, en el periódico Humanidad. Mauro Bajatierra dinamiza la creación del Ateneo Sindicalista de Madrid, embrión de la CNT madrileña de formación más tardía. Mauro Bajatierra es fundador del grupo anarquista Los Iguales (que editaron primero Los refractarios y luego El Hombre Libre) en Madrid, que es uno de los mejores precedentes de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) fundada en 1927. Y junto a esta militancia anarquista tan definida, Bajatierra siempre militó en las sociedades obreras de panaderos adscritas a la Unión General de Trabajadores (UGT). El sector de los panaderos era mayoritariamente socialista. Bajatierra con una conciencia de clase muy definida entendía que su lugar estaba en la sociedad obrera donde estaban sus compañeros de oficio y de lucha. Era tal el prestigio de Mauro Bajatierra en el movimiento obrero de la capital de España que acude a los comicios de la UGT donde hace una defensa del asociacionismo obrero, de la acción directa y una crítica a los dirigentes de la central socialista, como Pablo Iglesias, Manuel Cordero o Francisco Largo Caballero. Igualmente el prestigio de militante obrero se plasma en que Bajatierra siendo panadero preside también la Federación de Obreros Peones y Braceros de España, porque así lo determinó los miembros de esta sociedad. También escribió en el periódico El Tranviario, órgano de los obreros de dicho sector en Madrid. Y sus luchas las deja muy bien plasmada en sus escritos periodísticos y libros.
Junto a toda su militancia obrera, Mauro Bajatierra fue un activo militante de la masonería. Perteneció a la logia La Cantoniana de Madrid, donde coincidió con personajes de primer orden como Eduardo Barriobero y Herrán. Una militancia en la masonería en la que alcanza el grado 3 (Maestro Masón), ocupando varios cargos en las distintas logias por las que pasa, y de la que siempre estuvo vinculado. Su expediente de depuración masónico data de 1947. Es decir, ocho años después de su asesinato.
El prestigio de Mauro Bajatierra y su lucha constante por los derechos de la clase obrera le hizo visitar en más de una ocasión la cárcel. Quizá el juicio más famoso al que es sometido es aquel en el que le acusan de haber participado en el magnicidio contra el presidente del gobierno Eduardo Dato Iradier, en abril de 1921. A Mauro Bajatierra le acusan de comprar las pistolas que sirven a Mateu, Nicolau y Casanellas para ejecutar al presidente del gobierno. La inocencia de Bajatierra es demostrada de forma magistral por su abogado defensor, Pedro Rico. Este, durante la Segunda República será alcalde republicano de Madrid.
La dictadura de Primo de Rivera lleva a Mauro Bajatierra al exilio. Residió en París, donde en ningún momento abandonó su actividad política. Participa de distinta reuniones con la idea de expulsar al dictador y al Rey de España, teniendo como objetivo primario la proclamación de la República. Este era el objetivo mayoritario del movimiento anarquista en el exilio. Desde Bajatierra hasta Manuel Buenacasa, pasando por Eusebio C. Carbó, entre otros. Estas actividades llevan a que las autoridades pidan la expulsión de Bajatierra de la capital francesa, recalando en Bruselas y en Berlín, aunque siguió de forma clandestina en París durante bastante tiempo.
Con el fin de la dictadura Bajatierra vuelve a España y desde las páginas de distintos periódicos hace críticas a las políticas que desde el gobierno republicano-socialista se están llevando a cabo. Su participación es importante en un primer momento en La Tierra, dirigido por Salvador Cánovas Cervantes y donde también colaboraban personajes como Eduardo de Guzmán o Melchor Rodríguez. Pero a partir de noviembre de 1932, con la fundación por Avelino González Mallada del diario CNT, su pluma se pone al servicio del portavoz de la Confederación Nacional del Trabajo, con el que no paró de colaborar hasta su muerte.
Todo esto ya sería motivo de tener delante de nosotros a un personaje sin igual. Pero Bajatierra también legó un extraordinario trabajo en folletos y libros. Distintos folletos de defensa del movimiento anarquista, análisis sociales y memorias de su participación en procesos, como sus hoy ilocalizables dos volúmenes de su estancia con los zapatistas en México en 1914. Junto a esta producción hay también una ingente labor literaria con la publicación de novelas y cuentos infantiles. Mayoritariamente en la colección “La novela ideal” de la familia Montseny, o bien a través de la editorial del propio Bajatierra llamada Plus Ultra. También es autor de tres obras de teatro estrenadas en durante el periodo republicano.
Y no ha sido fácil reconstruir la vida de Mauro Bajatierra. Hacer una biografía nunca es sencillo. Los datos y la documentación están completamente fragmentados. Un poco en los archivos de la CNT (Fundación Anselmo Lorenzo), otro poco en el Archivo Histórico Nacional en Madrid, bastante más en el Centro Documental de la Memoria Histórica en Salamanca, muchos de sus textos en la Biblioteca Nacional en Madrid, sus artículos en la Hemeroteca Municipal de Madrid, etc. Pero si bien rastreando en todos estos archivos en España se recompone su vida y su obra se ha hecho necesario también recurrir a los archivos fuera de las fronteras españolas. Algo se encontró sobre él en el Instituto de Historia Social de Amsterdam. Otro poco en los archivos de la Federación Libertaria Argentina (FLA) y bastante documentación sobre su etapa de exilio en el Archivo Histórico Nacional de Francia en París, en los archivos de la Prefectura de Policía de París y en el Archivo de Fontainebleau.
Recuperar a Mauro Bajatierra Morán ha sido toda una aventura. Y con él no solo se ha reconstruido la historia de este panadero, periodista y anarquista. También se ha recuperado parte de la historia del movimiento obrero y del anarquismo madrileño. Y con ello un trozo de la España derrotada.
Mauro Bajatierra Morán ha salido del ostracismo.
Julián Vadillo Muñoz